La salud de las instituciones, segunda parte


El diseño gráfico suele jugar en dos terrenos complementarios, el del ser y el del parecer. No hay misterios: no alcanza con ser genuinamente sino que hay que parecer serlo, y de manera clara y convincente. Si no, hay problemas.

En este caso, el baldío sigue siendo un baldío inmundo y mugriento; la puerta de acceso sigue estando atada con alambre y algo desencuadrada pero... hay alguien, sensato, que se encargó de mandar a hacer este simple cartel, el cual cumple una función a todas luces importante: la institucional. Además, comunica que allí no se puede estacionar porque  funciona, no un aguantadero como puede intuirse por su apariencia, sino una playa de estacionamiento policial, correspondiente a la comisaría 12; todo rubricado con el escudo de la PFA, como corresponde.

No obstante que hay altísimas chances de que no haya habido un diseñador gráfico involucrado en la resolución de esta pieza, debemos decir que el cartel no cumple con requisitos básicos de legibilidad a distancia (no se ve de costado y, por su reducido tamaño, a unos cinco metros cuesta leer qué dice abajo de la señal de "Prohibido estacionar") ni responde a un código visual utilizado por la Policía en otros soportes (aunque quizá no exista tal código...), pero esto no tiene tanto valor como que alguien, anónimo, notó que lo otro era grosero, burdo y sospechoso.

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