¿Me encanta todo eso?


Eme de McDonald's.
Eme de marca.
Eme de mugre.

Mc Donald's es una de las empresas más emblemáticas de la economía norteamericana. Una multinacional que es bandera de la libre empresa y del capitalismo. Una organización que suele ser blanco de ataques cada vez que parte de la sociedad se da cuenta que hay algunas cosas que no andan nada bien y que habría que intentar cambiarlas. Una corporación que basa su negocio en pequeñas cosas: comida rápida a buenos precios y buen servicio.

Bueno... en Buenos Aires pareciera que la marca se está oxidando; no está funcionando como antes. Los precios distan de ser buenos; los empleados son excesivamente jóvenes y no parecieran estar comprometidos completamente con las tareas que deberían realizar; los locales están cada vez más mugrientos, con un desaseo que es llamativo —es increíble como tantas personas se aguantan comer en mesas sucias y grasientas— sobre todo en una empresa que se vanagloria de la limpieza y pulcritud de sus instalaciones; y la sonrisa ya no es tan frecuente en quienes atienden los mostradores o quienes limpian el salón, acaso por los magros salarios que cobran...

En mi carácter de cliente, una vez intenté hablar con el "Encargado de mi satisfacción" y resulta que no estaba disponible. Otra vez me indigné porque el estacionamiento estaba lleno ¡y el local vacío! y la única explicación que recibí es "no podemos controlar que los que estacionan entren a comer".

Da la sensación de que hay algunos pilares de la empresa de los arcos dorados que no están tan sólidos como antes, como si le llegaran los estertores de la crisis que aqueja a su país de origen y al sistema al cual le debe su magnitud.

En definitiva y apoyándome en estas cuestiones bien concretas, comer en McDonald's ya no es una experiencia muy agradable que digamos. Por lo tanto, la marca McDonald's ya no es lo buena que supo ser, aún cuando la M siga siendo tan dorada y gigante y globalizada como sabemos que es.

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