Se acabó el partido


No sé quién es Daniel Amoroso. Es decir, sé que es legislador de la ciudad de Buenos Aires y que accedió a su banca en 2005 por el PRO, el partido de Mauricio Macri. En 2010 parece ser que se alejó del oficialismo para crear su bloque propio, unipersonal, cercano a Francisco De Narváez. No tan distintos, diría la canción. Sé esto, y que hace artes marciales y que tuvo que ver con el transporte público, pero no sé qué piensa. En su prolijo sitio web se cuida de no explicitar qué piensa. También se cuida de que no haya ni una pizca de amarillo ni de rojo y procura contarnos cosas de su infancia y de que su trabajo "se basa en utilizar la lógica frente a situaciones que no lo son". Vale decir que destaca especialmente lo hecho, lo realizado, como contraprueba, creo yo, a aquel extendido prejuicio de que los legisladores no laburan.


Lo llamativo de Amoroso —quien además de amoroso es valiente y otras cosas más— es su sonora renuncia a lo partidario; la ausencia de consignas consensuadas con una estructura colectiva que lo trascienda como persona es notable; su apuesta a lo individual, aún cuando todos sabemos que, en política, individualmente no puede lograrse nada importante. También, y no menos, sorprenden los generosos recursos económicos de los que dispone, los que le permiten tener su propia campaña (algo que no ocurre, hasta donde uno puede observar, con ningún otro legislador) "off-elecciones", para posicionarse vaya a saber cómo en la mente del votante. Amoroso tiene su eslogan, "tiene sentido" y un canchero micrositio web que nos permite a los ciudadanos confiarle ideas o proyectos —que él se encargará en persona de llevar a la práctica— bajo un genérico título: "Quiero hacer algo".


¿Inaugurará Amoroso una nueva era en la política; una era en la que los partidos se esfumen definitivamente, como tantos auguran, y se erijan figuras individuales, más o menos carismáticas pero siempre solitarias, con su propia imagen, sus atributos y sus militantes exclusivos? ¿Votaremos definitivamente personas en vez de programas integrales? En tren de imaginar, ¿qué lugar ocuparán los famosos "aparatos" en esta nueva era? ¿Y los barones del conurbano?


Quizá el objetivo de Amoroso sea menos trascendente y se consagre logrando una permanencia módica y sin mover demasiados avisperos en la Legislatura porteña. Quizá no, y sueñe con ser presidente. Él solito. Verde, amoroso y valiente.

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