Veinticuatro horas / saroh ortaucitnieV


Farmacity está en una etapa que, al menos en la ciudad de Buenos Aires, parece ser de franca expansión: no deja de abrir locales; todos muy pulcros, con una arquitectura reconocible y un diseño cuidado.

Una de las características de la cadena —en realidad, uno de sus servicios distintivos— es que sus locales están abiertos las 24 horas. Eso, que en las farmacias tradicionales se comunica con una esfera de luz blanca —generalmente con una cruz verde pintada encima— encendida en la puerta del local, los Farmacitys lo anuncian a través de un cartel que destella titilante, visible desde generosas distancias.

Dentro de la no poca inversión que significa resolver la gráfica de cada local, lo extraño es que haya un notorio problema de diseño —más aún, de legibilidad— que no se ha tenido en cuenta: los carteles se resolvieron mediante la silueta del número 24 y las letras H y S. Hasta ahí, muy bien.
El matete se arma si uno viene caminando por el otro lado del cartel, tal como retraté en la fotografía. ¿Qué dice allí?

No desesperar:
se puede entrar al Farmacity y comprarse tanto un espejo como algo para el mareo...

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